5 jun 2009

La otra cara (I) Serie Cristal

Las agujas del reloj parecen no avanzar. El tic-tac tiene una cadencia agónica, insoportablemente lenta. El tiempo no existe, es una ilusión. Nosotros con nuestras urgencias, con nuestras angustias le damos forma, le asignamos nombres y medidas. El tiempo es tan sólo una dimensión que nos miente, engaña y desorienta.
A veces rememoramos escenas, vivencias, de hace una década que sentimos tan próximas y reales como si hubiesen sucedido esta mañana. Y, al contrario, recordamos con la niebla de los siglos, sucedidos de hace un par de días o de horas. ¿Quién no ha tenido a veces esa sensación?
Por eso ahora, esos minutos que vamos a pasar de nuevo juntos, pero no revueltos, parecen, me parecen, una eternidad. Son iguales, o muy parecidos a los que veníamos pasando juntos desde hace meses. Antes transcurrían veloces, inaprensibles, siempre nos faltaban minutos para terminar una conversación, para hacernos una última pregunta, para respondernos, para amarnos… Ahora, temo la interminable lentitud con la transcurrirá nuestro próximo encuentro.
¿Qué ha cambiado, qué nos ha cambiado? Esconderse, disimular, justificar, mentir, engañar… todo formaba parte del inicial encantamiento en el que caímos.
La zozobra, el temor a lo imprevisto, cruzarnos con alguien que nos conoce, siempre escrutando la calle, las esquinas, los cafés en los que entrábamos, el ascensor del hotel, los pasillos… aquella constante y deliciosa emoción se ha transformado en cansancio, desinterés, aburrimiento...
Qué interés tiene amarnos a hora fija, el día tal, a la hora cual, en aquel lugar. Todo cronometrado y establecido, sin posibilidad de hacerlo de otra forma, por ejemplo cuando realmente nos apetezca. Es imposible, tú te debes a tu esposo, yo me debo a mi esposa… ese día es imposible, he de estar en una fiesta con él… mañana no, la acompaño a elegir ropa, me lo ha pedido.
Siempre nos vemos cuando quieren los demás, o al menos cuando nos lo permiten, cuando no están, cuando no nos necesitan, cuando… Nos dejan las sobras, el tiempo que no nos están utilizando.
Scila/

2 comentarios:

  1. Es la carta escrita y posiblemente no entregada a la mujer amante , a la otra . “La otra cara” es una clarísima alusión a una doble vida, a una doble vida vivida con la emoción y la intensidad que regalan los pocos momentos para compartir.

    Hablas del tiempo que no se mide, del tiempo anacrónico y desordenado, el que uno vive a su manera y que lo estira o encoge mentalmente dependiendo de lo intensa que es la felicidad o la infelicidad del momento. Por tus palabras se destila la angustia que representa el tiempo para el protagonista del escrito. Transmites la sensación de que es ese tiempo quien va tras él intentando cogerle por la espalda .

    En contestación a tu pregunta , creo que todos hemos vivido esa sensación , sí . La sensación de que "fue ayer" cuando en realidad han pasado muchos años y la contraria la de " hace mucho tiempo ya " cuando
    verdaderamente....sucedió ayer . Depende de como nos sintamos en un momento determinado así relacionamos la unión del tiempo y la experiencia vivida . Si uno se siente desgraciado la felicidad le parecerá siempre algo muy lejano en el tiempo aunque cronológicamente hablando la haya vivido ayer. La cercanía o lejanía del tiempo y como lo vivimos, depende de un estado emocional .

    El relato está cargado de desencanto también porque para el protagonista, para él, parece que cuando el amor tiene horario y fecha en el calendario…es como si comenzase a perder un cierto encanto, a convertirse en monótono.

    Scila , me gusta .

    Un saludo.

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  2. El protagonista constata con estupor que comienza a vivir su enamoramiento como una obligación desagradable, descubre con desesperación que ha de vivirlo el día y a la hora que le es permitido. No puede admitir que las mismas cosas que le mantenían hechizado semanas atrás ahora le ahogan.
    Se terminó el amor, siempre se acaba.
    Gracias por tu atención Paula, y por el perfume que me dejas con tu presencia inmaterial.

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Tan sólo has de registrarte y podrás ponerme a parir, o todo lo contrario, lo que te pida el cuerpo.